El Adviento, una etapa litúrgica que simboliza la reflexión y la anticipación al nacimiento de Jesús, comenzó el 3 de diciembre en la mayoría de las iglesias cristianas. Este período se extiende desde el primer domingo de Adviento hasta Navidad y es festejado por la Iglesia Católica, la comunidad anglicana y varias denominaciones protestantes. Las celebraciones incluyen lecturas bíblicas, prácticas ascéticas y enfatizan la preparación espiritual para la llegada del salvador.
El término “Adviento” deriva del latín “Adventus Redemptoris”, que significa “venida del Redentor”. Este período marca un tiempo en el que los creyentes se preparan para la llegada del Mesías. Los registros históricos más antiguos de esta conmemoración datan del sínodo de Zaragoza en el año 380, donde se mencionó por primera vez un tiempo especial antes de la epifanía (revelación o aparición). Tradiciones como la “cuaresma de San Martín” del siglo V también están relacionadas con esta fecha promoviendo actos de caridad hacia los desfavorecidos. La estructura actual del Adviento fue establecida por el Papa Gregorio Magno.
Las lecturas y rituales de esta etapa se centran en la expectativa de la llegada del Mesías, enfocándose especialmente en las profecías de Isaías y el papel de Juan Bautista como precursor, se destaca también la figura de la Virgen María. Respecto a las prácticas, numerosas comunidades siguen patrones bíblicos similares en sus servicios litúrgicos.
A lo largo de la historia, el Adviento ha adoptado distintas formas de observancia, desde periodos de ayuno y abstinencia hasta la restricción de ciertos sacramentos en épocas anteriores.
En la actualidad, el enfoque se centra más en la espiritualidad y la preparación interna que en prácticas ascéticas rigurosas. Esta perspectiva se basa en una recopilación de datos históricos y contemporáneos.
Las familias peruanas siguen esta tradición, la cual implica encender la primera de las cuatro velas que conforman la corona, usualmente confeccionada con ramas de coníferas, acompañada por lecturas bíblicas y oraciones. El origen de este símbolo se atribuye a Martín Lutero, representando el ciclo de las estaciones y la persistencia de la vida en las ramas verdes que la componen.
La estructura de la corona se detalla con la presencia de tres velas moradas, una rosa encendida tradicionalmente el tercer domingo de Adviento, y en ocasiones una quinta vela blanca, llamada la “vela del Niño Jesús”, que se enciende durante la Navidad. Esta práctica, que se expandió desde los templos hasta las ciudades y finalmente a los hogares, convirtiéndose en una tradición global que marca la preparación para la festividad del nacimiento de Jesús.
Los orígenes paganos de la corona de Adviento reflejan como festividades antiguas, como el día del Sol Invictus el 25 de diciembre, se transformaron con la llegada del cristianismo en la celebración del nacimiento de Jesús. En las regiones nórdicas, las coronas representaban el retorno del sol después del invierno, decoradas con luces, simbolizando el ciclo de muerte y renacimiento del astro.
Actualmente, su significado cristiano prevalece, manteniendo la riqueza simbólica de estas tradiciones ancestrales y su relación con el ciclo natural de las estaciones, de acuerdo con fuentes históricas sobre las tradiciones navideñas.